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El 1% de la población sufre menos

desigualdades que el 99% restante

Texto por: Alba Jiménez

 

El precio de la desigualdad, de Joseph Stiglitz, ejemplifica algo que ya sabíamos; los más ricos pueden aumentar su capital y los pobres no. El problema es que "los más ricos" son el 1% de la población, en el libro se centra en la estadounidense, pero las causas de este problema se pueden reflejar en el estado español. Hace unos meses eldiario.es publicó un artículo titulado "España es el séptimo país de la OCDE donde más ha crecido la desigualdad desde 2010". En éste se destaca que "España fue el séptimo país de 33 donde más creció la desigualdad entre 2010, año en que comienzan los recortes en este país, y 2014".

 

Según Stiglitz los coeficientes del índice de Ginni en las sociedades más igualitarias son de un 0'3 y en las más desiguales de un 0'5; la de Estados Unidos es de un 0'47. ¿Cómo puede ser que uno de los países más desarrollados sufra de tanta desigualdad? La causa principal es el tipo de educación que reciben los que más dinero tienen en contraposición con la que reciben los que menos tienen. Aun así, hay otras causas. No es lo mismo ser inmigrante o mujer, o lo que es peor una mujer inmigrante, a ser un hombre blanco de nacionalidad estadounidense.

 

Además, Stiglitz, culpa al gobierno de favorecer a las grandes empresas y no al consumidor. Pero no solo ellos son las víctimas. Según el autor, cada vez hay menos sindicatos que puedan tomar acciones a favor de sus derechos y los "dueños del capital" se respaldan en los suyos para defender sus actuaciones; en concreto en el derecho de que no se les despoje de su propiedad.

 

A día de hoy, las clases más bajas, se puede incluir la clase media, no son capaces de ahorrar parte de sus ingresos mientras que las clases altas sí pueden hacerlo. En consecuencia, los últimos generan más riqueza. Ésta es una práctica que se ha llevado a cabo durante muchos años y estuvo opacada por el boom inmobiliario. Una vez estalló la burbuja la mayor parte de la sociedad se desbordó por hipotecas que no podía pagar y se vio obligada a trabajar en puestos de trabajo inferiores a sus estudios.

 

Y estas clases continúan sufriendo. El 1% más rico utiliza su poder para condicionar y manipular el poder judicial para obtener beneficios. Como ejemplo, Stiglitz, habla de los desahucios. Antes de la crisis los bancos americanos suscribieron hipotecas y créditos y tiempo después, desahuciaron a ciudadanos sin presentar pruebas de la deuda que debían. Según EuropaPress en España, durante el año 2017, hubo un total de 60.754 desahucios, un 3'6% menos que en 2016, 63.037.

 

En conclusión, la situación que se ha vivido y se está viviendo en España es comparable a la situación estadounidense que describe Stiglitz. Haciendo referencia al principal problema, en 2015 España destinó a educación un 4,1% del PIB uno de los datos más bajos del conjunto de la Unión Europea, según los datos publicados por la Oficina Comunitaria de Estadísticas.

 

Los problemas son varios

 

En el libro La Salida del laberinto Miquel Puig se centra en la producción basada en el turismo de masas como motor de la economía española y catalana. Solo se enumeran los problemas relacionados con este tipo de producción sin tener en cuenta otros factores como el tipo de educación que se ofrece o las desigualdades sociales.

 

En cambio, en El precio de la desigualdad Joseph Stiglitz entra en otras causas más allá del tipo de producción que predomina en Estados Unidos. Aun así, los dos libros se centran en la etapa posterior a la crisis financiera de los años 2008-2014 y tienen en cuenta el boom inmobiliario para describir las consecuencias para la población de clases bajas.

Por lo tanto, Puig y Stiglitz coinciden en que la burbuja inmobiliaria tapó los problemas de la economía y ayudó a las clases altas a enriquecerse sin tener en cuenta los derechos de las clases bajas. Pero difieren en que, mientras que para Puig el turismo de masas es el que atraía, y atrae, a los inmigrantes y la causa por la que la población trabaja en puestos inferiores a sus estudios, para Stiglitz son las clases altas y las políticas a favor de estas las que hacen que los demás trabajen en aquello para lo que no han estudiado y sufran más desigualdades. En el contexto español, las justificaciones de los dos autores son válidas para explicar las causas de la desigualdad social y además, se complementan entre sí.

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