Política y futuro. Ensayos escogidos
John Maynard Keynes
Texto por: Celia Sales Valdés
Política y futuro es un librito que recoge un total de seis ensayos que el gran economista británico John Maynard Keynes escribió durante el período de bonanza tras la Primera Guerra Mundial hasta los inicios de la Gran Depresión, período convulso en el que reflexiona sobre el ascenso del comunismo tras la Revolución rusa y sobre sus consecuencias en el terreno económico.
El primer ensayo que nos ofrece el libro es “Panorama breve de Rusia”, tres artículos que Keynes escribió tras la visita que hizo en 1925 con su esposa a este país. El autor intenta desvelar qué está pasando en Rusia y cuáles son los pilares que sustentan el comunismo. “El leninismo puede estar inspirado por un fervor religioso”, explica en el Prefacio. Se asocia, pues, el comunismo a una religión: sus dirigentes son unos manipuladores y sus seguidores, una minoría de conversos entusiastas cuya Biblia es “un manual económico obsoleto”, señala, refiriéndose a El capital. Keynes dibuja un panorama desolador: un país superpoblado, arrasado por la pobreza y el paro, donde se explota al campesino a través de la política de precios y en el que, inexplicablemente, hay estabilidad política y económica. Si tiene éxito, dice, lo hará como religión. Él nos proporciona una alternativa irreligiosa mejor: el capitalismo.
En su segundo ensayo, “El fin del laissez faire" (1926), Keynes señala cuáles son los beneficios del laissez faire y, sin explicar por qué, cómo el socialismo le está ganando la carrera. Comienza exponiendo que la doctrina económica del laissez faire permitió resolver la contradicción entre el egoísmo y el socialismo, una afirmación que más adelante matiza. Para dar cuenta del triunfo de esta doctrina se remonta a sus orígenes y acaba concluyendo que su éxito se debe a su efectividad en el terreno económico y a la escasa calidad de las otras propuestas, proteccionismo y socialismo marxista. Este último, pese a no captar "lo que realmente ocurre", parece estar ganando la batalla. Termina distinguiendo entre servicios "técnicamente sociales" y otros "técnicamente individuales", en lo que el capitalismo vuelve a alzarse como la mejor alternativa.
En el tercer ensayo, “¿Soy liberal?" (1925), el autor desecha por completo las alternativas del Partido Laborista y el Partido Conservador. El primero, al que llama "el Partido de la Catástrofe" (a la catástrofe es a lo que lleva su extrema segmentación), por ser un partido de clase, de una clase que no es la suya. El segundo, por anticuado. Toma entonces en consideración cinco cuestiones clave (paz, gobierno, sexualidad, droga y economía) para cuyo correcto abordaje sólo un partido, el Liberal, se le antoja idóneo. Así es como este pensador burgués responde a la pregunta que da título al ensayo, consciente de que no logrará convencer a los que no son de su clase.
A raíz de los rumores de una posible coalición de liberales y laboristas contra conservadores, en 1926 Keynes escribió “Liberalismo y laborismo”, ensayo que retoma algunas de las ideas del anterior. Admite que no desea vivir bajo un Gobierno conservador durante los siguientes veinte años, pero que tampoco le seduce la idea de tener que escoger entre dos alternativas, la liberal y la conservadora, y, aunque el Partido Liberal no llegue nunca a ser tan grande como los otros dos, siempre sentirá que es su hogar natural.
El cuarto ensayo, “Clissold" (1927), es una reseña del libro de H. G. Wells The World of William Clissold. Keynes lo alaba por plantear cuestiones de suma importancia para el futuro (el envejecimiento de la población, el problema del "jubilado sano"), lo que sitúa a Wells contra corriente, incluso contra lo corriente en medios socialistas. Keynes deja, en cambio, de lado el tema central de la obra que, como él mismo menciona, no es otro que el de relaciones de las mujeres en el mundo moderno, entre sí y con hombres como Clissold.
El libro se cierra con un ensayo que Keynes escribió al comienzo de una etapa de pesimismo económico, "Las posibilidades económicas de nuestros nietos" (1930). Oficiando de profeta, anticipa un futuro en el que la humanidad habrá resuelto el problema económico, aunque, para lograrlo, deberá recuperar los principios de la religión y las "virtudes" tradicionales y aferrarse al capitalismo. Y es que, según él, "la avaricia, la usura y la cautela deben ser nuestros dioses todavía durante algún tiempo, pues solo ellos pueden sacarnos del túnel de la necesidad económica y llevarnos a la luz del día”.
Todos los ensayos recogidos en este libro adolecen de cierta parcialidad: Keynes argumenta, ante todos los temas tratados, desde (y para) la clase social a la que pertenece. La historia no deja tan bien parado al capitalismo como él anunciaba: casi cien años más tarde, nos encontramos inmersos en una crisis económica mundial, los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres y en mayor número, y el Estado del Bienestar, que Keynes contribuyó más que ningún otro pensador a alumbrar, se cae a cachitos.